domingo, 3 de agosto de 2008

Un cielo violeta.


Por un momento dudaba, si el calor que sentía en ese momento era producido por el Scaldasonno que dejado en grado 8 o por tu cuerpo alcoholizado, pegado al mio, que dormía de una manera que nunca antes había podido presenciar.
Asombrado por la cantidad de amor que siento, no dormí ni un minuto, ni una hora, ni un segundo pude entrar en sueño, mis ojos secos me pedían descansar y mi panza emitía un extraño rechazo rechazo hacía cualquier alimento.
Dormías tranquila, yo te hablaba, no escuchabas,seguía hablando, si no , me aburría, me cansé e intente volver a conciliar el sueño entre tus brazos pero fue inútil, obligándome así a cerrar los ojos y volar por el espacio que esa misma noche había creado en mi cabeza, a estas alturas ya poco me importaba, si era verdad o no, yo solo quería dormir.
Así hasta el despertador, cuando todos evacuaron la casa y tu deviste abandonar la cama, dejándome igual que antes, pasando las horas hasta que ya toda la ciudad estaba despierta y tu , mirabas con medio cuerpo tapado hacia la habitación donde me encontraba, desde hace mucho tiempo despierto.Impresionante como menos de 7 palabras pueden quitar el sueño de mi, así de simple.
Emprendí rumbo hacía el metro, caminando por las cuadras mas largas y calurosas que alguna vez había transitado, la boca se me hacía agua de tan solo pensar que iba a almorzar con los $1.950 pesos que traía en el bolsillo. Me comí la Hamburguesa mas rica que he probado en toda mi vida, seguramente fue el hambre, pero nunca antes había disfrutado tanto una hamburguesa.
Seguí caminando, pensando donde, porque y si realmente debía ir donde iba.
Por primera vez Dije que no a un mendigo por que realmente No tenía dinero para darle.
Por primera vez cante solo por la calle canciones enteras sin ningún tipo de reproductor en mis odios.
Por primera vez, mientras transitaba ese camino, pensaba en mi.
Así, hasta llegar al anden, donde me senté al lado tuyo, si, tu, que nunca jamas leerás esto,tu, que en el momento en el que se reflejaron nuestros rostros en el vidrio del metro me di cuenta que tu, tú andabas peor que yo... Si, parecíamos yo el Arriero y tu las vaquitas, que como dice la canción, caminan junto a las penas.
Así viajamos juntos por el campo de las estaciones, hasta que las vaquitas se me escaparon justo en la ciudad de Baquedano! donde subiste el monte y te encontraste con tus pares...
Yo seguí, arriero sin vacas, hasta llegar a el Llano, donde me detuve a descansar en la casa de la Xime, para luego pasarme donde las Carrión a saludar, solo a saludar, debía llegar a mi casa, donde ahora estoy escribiendo, postrado en esta silla algo defectuosa, con ganas de que las horas pasen luego, debo ir a la cama y me doy cuenta que hoy, mis palabras, las mismas que escribo todos los días, hoy... hoy pesan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nos dernières cendres...